Desde el 3 de mayo de 1996, la fecha fue declarada por la UNESCO como el Día Mundial de la Libertad de Prensa como manifestación de la reivindicación a la libertad de expresión.

Reflexionando en base a los argumentos propulsados por la UNESCO para su conmemoración; la información es vista como “un bien común” como el eje de la producción, distribución y recepción de contenidos para fortalecer el periodismo y avanzar en la transparencia.
Desde la concepción de que la información es un derecho, se transforma en la responsabilidad de quienes la transmiten. Esto sin duda está íntimamente ligado a la empresa y comunicador atravesados por la cuestión ideológica propia o a la que deciden responder.
Sin duda, estas cuestiones parecen alejarse de la utopía de las libertades pero son parte del esquema comunicación. Sea cual sea la dimensión del medio, siempre hay una intención con un propósito en la trasmisión de la información. De esto se ha hablado mucho y hay autores muy reconocidos en la comunicación que han escrito textos interesantísimos al respecto.
Uno de los grandes temas pendientes es el de los límites. Hasta donde la libertad de expresión es genuina. Lo que no se puede discutir es que tiene un gran poder influenciador.
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